La semana pasada volvió a pasar.
No pude escribirte aunque lo intenté varias veces.
No sé si fue el trabajo, el cambio de clima, mi compromiso inclaudicable con las conversaciones nocturnas – cuesten lo que cuesten –, o esta sensación nueva de que algunas cosas terminaron y las que empiezan son demasiado recientes para ser narradas de inmediato. La escritura requiere de cierta distancia y en este momento las cosas — buenas, malas — se sienten como un remolino.
Pero no puedo ni quiero fallarte dos veces seguidas. Por eso, son las dos de la mañana y no sé bien lo que estoy haciendo pero lo estoy haciendo. En el medio de algunos meteoritos menores, tal vez atractivos, agradecida con el sol y las temperaturas bondadosas y ensayando — con mayor o menor puntería — el amor y la amistad; te escribo.
*
La Novicia Rebelde/The sound of Music me hace acordar a mi abuela, tal vez por eso me gusta tanto. Me cautivan cosas que no sé si son importantes: su corte de pelo, las canciones, el pasto tan verde, que haga ropa con cortinas viejas, que se enamore a pesar de las diferencias — ¿o por las diferencias?— , que la hija mayor se escape una noche de lluvia torrencial para verse con el cartero (capítulo aparte), su mansión, su verano, su perseverancia. La tuve en VHS y la vi tantas veces como se puede ver una película.
El otro día mandé un audio importante. Conté cosas que me costó contar y duraba tres minutos como cualquier audio que me envíe con mis amigas – longitud permitida solo en ciertos contextos–. Pasaron las horas y nadie lo escuchó. Pensé en borrarlo, pero lo dejé marchitar entre stickers y mensajes de después lo escucho. A veces la vida se pone agitada y nuestras conversaciones quedan en el medio de algún nudo o simplemente deshilachadas.
Me pregunté qué pasa con los mensajes que nunca se escuchan o nunca se leen; con esos que nunca enviamos. Con los mensajes que ensayamos en el bloc de notas de nuestro celular en busca de una versión nuestra más sabia, más templada o incisiva. ¿Qué pasa con los mails que redactamos con la mente cuando no podemos dormir a las 2 de la mañana?¿A dónde va esa frase perfecta que nos llega en sueños y nunca será dicha?
Creo que hay mensajes que nunca se olvidan y cartas que cambian la vida. Pero si bien no las olvidamos, las dejamos en un lugar remoto de la memoria, ese que alberga sensaciones y que tiende a modificar los hechos.
Hace algunas semanas, cuando tuve que sacar mis cosas de la casa de mi madre encontré una carta de amor que escribí pero nunca envié, una carta que recordaba lejanamente. Era la respuesta a una primera misiva que contenía una pregunta urgente de parte de B.: “¿Querés ser mi novia?”.
En mi carta, contestaba a un par de preguntas sobre mis gustos y preferencias y, al final y en mayúsculas contestaba LA pregunta. Decía: “No sé!!!!! Esto no se lo digas a nadie, please”.
Mi respuesta no me llamó la atención. Siempre fui temerosa de siquiera insinuar que deseaba algo y más veces de las que me gusta admitir me escondí en un “no lo sé”, cuando sí sabía. Como si hubiese sido entrenada para soportar una guerra en alguna trinchera hostil. Como si todo siempre se fuese a acabar de inmediato y mi única misión fuese sobrevivir a cualquier costo, no quedar atrapada.
Todo antes que decir que sí, que sí quiero.
La carta la recibí y la contesté cuando tenía ocho años, lo que probablemente le quite dramatismo al intercambio — y a mi análisis —.
B. se casó y tiene un par de hijos — parece que alguien sí contestó a su pregunta con un SÍ rotundo—. Supongo que mi negligencia no tuvo un gran impacto en su vida. No sé si estoy en condiciones de afirmar lo mismo en mi caso pero, por las dudas, procuraré ser más responsable con mis tareas postales y mis declaraciones de amor la próxima vez.
*
En estas semanas de mucha acción y poco tiempo para pensar (y por ende escribir) me encuentro de nuevo en este poema pasional y tumultuoso de Mario Benedetti. La invitación es clara y provocadora: “No te salves” – y ojalá poder hacerlo y jamás querer con desgano –. Uno más a favor de la pasión y de no congelar el júbilo:
No te quedes inmóvilal borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo
pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.
Hasta el próximo jueves 🔥
Simple y profundo, me llegó!
Me encanta como escribís ❤️